La motricidad gruesa es la habilidad de manejar el cuerpo para hacer movimientos grandes. Esta capacidad se debe desarrollar en los primeros años de vida para seguir con el proceso de crecimiento y maduración de manera adecuada.
Al desarrollar la motricidad gruesa se ejercitan grandes grupos de músculos. Los niños tienen que aprender a controlarlos para ser más precisos en sus movimientos, ejercitar su equilibrio y su coordinación.
Es por ello que si no se estimula el motor de los grandes músculos, los niños pueden tener dificultades para gatear, caminar, por supuesto correr, ir en bicicleta o nadar. Sin embargo, estas mismas actividades se recomiendan a los niños para que aprendan a mantener el control de sus movimientos.
Éste, además, es el primer paso para ejercitar los músculos más finos. Un niño que no controla bien su cuerpo tendrá más dificultades de aprender a escribir o de concentrarse en al escuela, pues su motricidad fina depende de la gruesa.
Hay varias actividades que María Montessori permitía a los niños ejecutar con estos fines motrices. Algunos padres prohíben o regañan a los niños cuando realizan esas actividades sin saber los beneficios que pueden traerles.
Jugar en los parques, treparse a los árboles, caminar a la orilla de un bordecito, saltar charcos… todo ello les es beneficioso.
Jugar con globos, pegarles con la mano, lanzarlos hacia arriba y después cacharlos son parte del entrenamiento. Les ayuda también las actividades de puntería: pegarle a las latas con piedritas o lanzar una pelota en medio de las llantas es un juego muy divertido para ellos.
Incluso, hay algunos lugares para niños en donde tienen llantas solas para que los niños las arrastren, corran con ellas y las apilen, pues la fuerza también debe ser desarrollada como parte de la motricidad gruesa. En los espacios Montessori se ejercitan todos los músculos con actividades parecidas.
Ahora ya sabes qué hacer y para qué sirve desarrollar esas habilidades de tus hijos.
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